Patología del Sádico
El sadismo (término derivado de Sade,
escritor y filósofo francés del siglo XVIII) alude, en general, a
la obtención en una persona de placer
derivado del dolor de otro ser vivo. Aunque la obra literaria del
marqués de Sade tiene connotaciones principalmente sexuales, el
sadismo no tiene un carácter exclusivamente sexual.
Cuando el sadismo tiene carácter sexual se considera que es una
parafilia. Consiste en una forma de obtener excitación y placer
sexual causando dolor físico o humillación. El sadismo implica
impulsos sexuales y comportamientos que implican actos reales, no
simulados ni fantaseados, como en el sadomasoquismo, sin el
consentimiento de la pareja como en el sadomasoquismo. En estos el
sufrimiento psicológico o físico y la humillación de la víctima
es lo que genera la excitación sexual.
Se reconoce componentes sadomasoquistas normales en todos los seres
humanos y aunque parezca incorrecto, toda persona nace con cierta
actividad sádica, siempre dentro de unos límites. Si se sobrepasan,
se convierte en parafilia y, por tanto, en una enfermedad.
Las fantasías sexuales sádicas suelen comenzar en la infancia y
los actos comienzan a la edad adulta joven. El curso suele ser
estable, pero los periodos de estrés o depresión, pueden hacer que
se incremente el deseo de avanzar en prácticas cada vez más
violentas.
Muchas personas con estas tendencias sexuales tienen antecedentes
de trastornos mentales. Los que con más frecuencia aparecen
asociados al trastorno sádico de la personalidad son:
- Consumo de sustancias psicoactivas.
- Trastorno depresivo.
- Trastorno disritmico.
- Los trastornos de la personalidad narcisista y antisocial,
causados por haber sufrido abuso sexual o alteraciones hormonales.
Estos actos o fantasías sádicas pueden ser: inmovilizar
físicamente a la víctima, darle una golpiza, azotarla, pincharla o
perforar el cuerpo con objetos punzantes, atarla con los ojos
vendados a la cama o contra un objeto firme, quemarla con
cigarrillos, aplicarle descargas eléctricas, intentos de
estrangulación, obligar a la víctima a arrodillarse, etc.
La violación con penetración anal y vaginal violentas forman
parte de los actos sádicos posibles. pueden estar acompañados por
la escasez de potencia sexual, aunque no en todos los casos, pero
algunas formas de cacería, persecuciones o incluso golpear a los
niños, son signos evidentes de esta falta. Hay casos en que se deben
realizar en cada uno de estos actos.
A veces los crímenes
seriados con o sin descuartizamiento y ocultamiento de los cadáveres,
obedecen a etapas peculiares de la vida del sádico, como la muerte
de un progenitor, el duelo por una decepción amorosa o cualquier
otra experiencia.
Muchas sociedades han llegado a transformar algunos de estos actos
de crueldad en festejos colectivos, como es el caso de la
tauromaquia, el circo romano o la tortura y ejecución públicas de
los condenados. En donde la violencia es no solo permitida, si no que
idolatrada, el sufrimiento es sinónimo de entretenimiento creando
una costumbres y comportamientos donde la violencia es el centro.
Cuando vemos casos de abuso, violación, inclusive tortura contra
un niño, lo primero qué nos preguntamos es “cómo es posible?”.
Todo el colectivo humano vive en estado mental en donde la violencia
es idolatrada, y pan de cada día. Ciertamente no ha todos afectará
de la misma forma, sin embargo como sociedad todos somos responsables
de las muertes y tortura de todos los niños asesinados brutalmente,
porque todos somos co-partícipes de la sociedad de violencia que
crea literalmente monstruos.
El cambio comienza en uno, y seguro que no cambiará el mundo
mañana, pero se habrá avanzado un paso. Todos debemos hacer lo que
sea que esté en nuestras manos para evitar horrores como el de
Yanela Medina, de 11 años. Y
no es con más policía, leyes que se logrará, es con un cambio de
costumbres, pasatiempos, conductas asociadas a la violencia sean re
dirigidas a conductas de cooperación y paz.
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