El hijo, la hija del Vampiro, su más desdichada víctima
Los hijos
e hijas de narcisistas son los que llevan la peor parte, pues para
sanar hay que renunciar a la propia familia, al propio sistema que se
conoce; al nacer dentro del sistema disfuncional el niño es más
vulnerable y fácil de manipular. El tipo de abuso sufrido por un
hijo en el seno familiar es más insidioso y ocurre de manera
encubierta (aunque tanto o más dañina que la manera más directa de
maltrato infantil).
Los hijos
de los narcisistas sufren un abuso que pasa desapercibido muchas
veces por vecinos, profesores, compañeros de escuela y parientes que
no viven bajo el mismo techo. Muchos de ellos tuvieron un techo donde
vivir, comida sobre la mesa, atención médica básica, estudios y
ropa para vestir, pero carecían totalmente del amor parental
nutritivo que provee seguridad. Estuvieron tan ocupados intentando
danzar al ritmo del humor cambiante de su padre o madre narcisista
que luego de adultos no saben quiénes son ni qué quieren en
realidad. Les dieron mensajes totalmente arbitrarios sobre cómo
debían pensar y qué debían sentir, obviamente para satisfacer las
necesidades del narcisista.
Maltrato
psicológico infantil, que consiste en actos no accidentales,
verbales o simbólicos, realizados por un progenitor o un cuidador de
un niño que provoquen o generen una probabilidad razonable de causar
un daño psicológico en el niño. (En esta categoría no se incluye
el maltrato físico ni los abusos sexuales).
Entre los
ejemplos de maltrato psicológico infantil cabe citar el amonestar,
menospreciar o humillar al niño, amenazarlo, quitarle o hacerle
abandonar-o decirle que le van a quitar o a hacer abandonar- a
personas o cosas que el niño quiere, recluirlo.
El padre
o madre narcisista requiere mantener eternamente el control, y para
conseguirlo, manipulará, comprará personas, en fin, lo que sea
necesario para mantener la sumisión de sus víctimas.
En la
familia del narcisista hay división entre los hermanos, cada
conversación está triangulada y no hay alianzas entre ellos; el
narcisista crea competencias y celos entre hermanos, escogiendo uno o
varios para cargar con todas las culpas del sistema familiar (el
chivo expiatorio).
La
proyección se convierte en el pan nuestro de cada día; todos los
defectos del narcisista serán proyectados al niño. Todas sus fallas
serán culpa del niño, creando adultos codependientes, esclavos al
servicio de la depredación emocional y psicológica del narcisista.
Los hijos
de madres y/o padres narcisistas deben cortar todo contacto con
ellos. Es literalmente una prisión invisible de manipulación en la
que se mantiene a la víctima.
Los
vampiros emocionales, los perversos narcisistas mantienen el poder
sobre sus víctimas por años, aunque el contacto hay sido roto. Un
encuentro, una conversación, un tono amable envuelto en
manipulación, y vuelves a caer en el mesmerismo. Una vez
identificado el monstruo debe ser visto y entendido como tal, aunque
sea tu propia madre. Y así como no te le acercas a un lobo salvaje
porque sabes que te mata, tampoco volverás a acercarte al torturador
de emocional, porque sabes que te destruirá.
Los
narcisistas son como las drogas, cuando dejas mucho tiempo de
consumir y vuelves a usar, los efectos nocivos son mucho mayores,
posiblemente mortales. De igual forma con los narcisistas, entre más
perdonas, y más oportunidades das peor su vuelve su perversidad.
Entre más amor les das, más despiadados, malvados, despiadados se
vuelven.
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